
Primero empezamos
con un juego de movimiento con los pies precintados, después nos organizamos en
grupos para hacer una actividad en la que una persona dirigía a
los demás (que estarían con los ojos tapados) para pintar un mural colectivo y, por último,
finalizamos con un furor pero escuchando otras canciones a la vez que no nos permitían comunicarnos con facilidad. Nos gustaría haber terminado con otra actividad relacionada con la movilidad reducida, pero la reunión vuela y no nos dio tiempo.
Muchas
veces no nos damos cuenta de lo que viven o sienten otras personas, y sólo cuando nos ponemos en su piel experimentamos
realmente cómo se sienten, nos comprendemos de verdad y nos podemos
ayudar mejor.
Rodrigo Hidalgo
Rover del Clan Kilimanjaro
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